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LA LLEGADA DEL BEBE CON UN GATO EN CASA

La llegada de un bebé a casa ¿Cómo favorecer la buena relación entre el niño y el gato?

La presentación del bebé a tu gato debe ser un proceso gradual. Esta es la idea fundamental del presente protocolo, que no debés olvidar en ningún momento.

Antes de empezar, nos gustaría repasar algunos aspectos del comportamiento del gato doméstico, que te resultarán de gran utilidad para facilitar su acostumbramiento al bebé.

Los gatos son animales con un comportamiento social muy peculiar. En la naturaleza, adoptan una forma de vida solitaria, mientras que en el entorno doméstico llegan a ser animales gregarios y cariñosos. Sin embargo, el gato siempre conserva parte de su espíritu original de animal solitario y territorial. Tal vez por ello nos resulta más difícil entender su comportamiento. Mucho más que el de los perros que, como nosotros, son animales sociales en un ciento por ciento.

A la luz de lo dicho, uno de los elementos de bienestar más importantes para nuestro gato es su familiaridad con el territorio y con las personas y animales que en él viven. En otras palabras, el gato debe sentir suyos el territorio y los “animales” que lo frecuentan. A este respecto, alguien dijo una vez que los humanos vivimos en realidad en casa de nuestro gato, y no a la inversa.

La función del marcaje territorial es mantener la familiaridad del territorio y ello explica la gran tendencia de los gatos a manifestar esa conducta. Los gatos marcan su territorio de 3 formas diferentes. La más habitual es el marcaje facial. El gato frota sus mejillas contra objetos y

personas a los que impregna de unas sustancias denominadas feromonas. Las feromonas constituyen una verdadera marca de identidad del gato que las ha depositado. Así, cuando nuestro gato restriega su cara contra nuestras piernas, además de mostrar su afecto nos marca con su olor corporal único.

La segunda forma de marcaje de los gatos es el que realizan con las garras. Además de para afilar sus uñas, los gatos depositan también feromonas cada vez que arañan el rascador o, algunas veces por desgracia, el sofá de casa.

Por último nos encontramos con el marcaje con orina, muy familiar para la mayoría de propietarios de gatos no castrados. De nuevo, la orina del gato contiene feromonas que son depositadas en los lugares marcados.

La comprensión de importancia del marcaje para los gatos nos hace ver que su mundo se basa en gran medida en la percepción de señales olfatorias. Para los gatos, el olfato es un sentido de vital importancia por lo que se refiere a sus relaciones con las personas y con otros gatos. Por ello, verás que a lo largo del presente protocolo se incide muchas veces en aspectos relacionados con el olfato y las feromonas. Aunque se trata de señales comunicativas que nosotros no podemos captar, no por ello debemos dejar de tenerlas en consideración.

1. Preparativos:

Los gatos no son amantes de los cambios bruscos, en especial cuando ocurren en el interior de su territorio. Si tenés que efectuar cambios importantes, hacelo algunas semanas antes de la llegada del bebé. Entendemos por cambios importantes pintar la casa, sustituir una parte de los muebles o cambiar de lugar la zona de descanso del gato o su bandeja.

No sólo debemos considerar los cambios físicos sino también los relacionados con la rutina diaria. Cada día, sin darnos cuenta, realizamos de forma rutinaria una serie de actividades que implican a nuestro gato. Por ejemplo, al llegar de trabajar tal vez jugamos con él durante unos minutos o le damos una golosina. Ahora más que nunca tenés que ser consciente de este tipo de actos rutinarios y no abandonarlos con la llegada del niño.

2. La llegada del bebé:

  • Mientras el bebé esta en la clínica:

Al ir a casa llevar alguna toalla o paño con el olor del niño. Jugar con el gato, acariciarlo y darle premios mientras le mostramos la toalla. De este modo, el gato asociará desde el principio el olor del bebé con experiencias agradables.

Contrariamente a lo que a veces se aconseja, no hace falta que la toalla contenga heces u orina del niño. El contacto normal de la toalla con el bebé será suficiente para estimular el fino olfato de nuestro gato.

Puede ser una buena idea llevar al gato al veterinario para limar un poco sus uñas. De ese modo, evitaremos que pueda arañar al niño si por accidente lo tocara con las patas. Esta recomendación quedaría reservada para aquellos gatos que, aunque sea jugando, arañan con frecuencia a sus propietarios.

  • La llegada a casa:

Las reacciones de los gatos a la llegada de un niño son variadas y suelen corresponderse con el carácter habitual del animal. Aquellos gatos cariñosos y sociables, que muestran curiosidad por cualquier persona que llega a la casa, reaccionarán del mismo modo a la llegada del niño. Por el contrario, los gatos con un temperamento algo huraño, que se esconden cuando llegan visitas a casa, harán lo mismo ante la entrada del bebé.

En el primer supuesto, si el gato se acerca al bebé para investigarlo no debemos castigarlo.

De hacerlo, el gato relacionaría desde el principio al nuevo miembro de la familia con experiencias desagradables. Por el contrario, debemos acariciarlo y hablarle en un tono agradable. Si vemos que se dispone a tocar al bebé con las patas, lo tomamos con suavidad y lo apartaremos de la cuna mientras lo acariciamos y le hablamos en un tono agradable.

En el segundo caso, es decir, cuando el gato se esconde, no debemos en ningún caso forzar su contacto con el bebé. Incluso si al cabo de unas horas el gato se acerca tímidamente a la cuna, no debemos forzarlo a hacerlo ni alzarlo en brazos para llevarlo ante el bebé. Siempre, en todo momento debe ser el gato el que regule su deseo de contacto con el niño.

Si las cosas han ido bien, no debemos alargar en exceso el primer contacto. Una vez más insistimos en la importancia de no forzar la interacción entre el gato y el niño y permitir que el proceso se lleve a cabo de forma gradual.

IMPORTANTE

Al principio, nunca debemos dejar al niño y al gato juntos ni un instante sin nuestra supervisión directa.

  • Las visitas:

Es obvio que las visitas vienen estos días a casa para ver al niño. Sin embargo, eso no significa que no dispongan ni de unos segundos para prestarle atención también al gato.

Debemos intentar que las personas que vienen a casa le hagan un poquito de caso al gato. Puede ser algo tan sencillo como darle una golosina, jugar con él un poco o acariciarlo de vez en cuando.

3. La relación del bebé con el gato: los “celos”.

· ¿Por qué aparecen los celos?

La llegada de un bebé suele absorber gran parte de nuestro tiempo. Los ratos en que estamos más tranquilos, por ejemplo cuando el niño duerme, son aprovechados para jugar y prestarle atención a nuestro gato. De este modo, intentamos que el gato no se sienta desplazado.

Sin embargo, los animales no siempre interpretan las cosas de la misma forma que nosotros. Ante la forma anterior de actuar la interpretación del animal va a ser tan sencilla y tan lógica como la que sigue:

... cuando está el niño delante a mi no me hacen apenas caso.

... cuando el niño no está vuelvo a recuperar la atención de mis dueños.

En el momento en que el animal llega esta conclusión, empieza a ver al bebé como a un competidor y los celos pueden no tardar en aparecer.

· ¿Cómo evitar los celos?

En general, el proceso descrito en el apartado anterior ocurre sobre todo con los perros. Los gatos, por naturaleza, son animales menos competitivos que los perros y, por lo tanto, no se preocupan demasiado por este tipo de cuestiones. Tan sólo aquellos gatos con una fuerte dependencia por sus dueños podrían reaccionar de una forma similar a la indicada. Sólo para este tipo de gatos, las siguientes recomendaciones pueden resultar de utilidad.

Si deseamos evitar los celos debemos conseguir que el aprendizaje del gato sea opuesto al descrito en el apartado anterior. Para ello debe procederse de la siguiente manera:

  • Si el niño está presente debemos, en la medida de los posible, prestarle atención también al gato. Todos los juegos, las caricias y las golosinas deben ser entregadas en presencia del niño.

  • Si el niño no está “en escena”, debemos de forma deliberada reducir el grado de caricias y atenciones que recibe el gato.

En otras palabras, el gato sólo obtendrá cosas de nosotros en presencia del niño, y no al revés como ocurría antes.

Ahora el aprendizaje del gato será:

... cuando está el niño delante me hacen caso y me divierto como siempre.... cuando el niño desaparece me aburro y ellos me ignoran.

4. Las educación del niño:

Algunos problemas entre los niños y los animales de compañía empiezan cuando el niño empieza a gatear. En ese momento, el niño busca activamente el contacto con el animal, por el que siente una enorme curiosidad. En muchas cosas, el niño trata al gato como a un juguete más y no es consciente de que el animal puede sentir dolor.

El objetivo de los padres es enseñarle al niño que el gato no es un juguete y que estirarle las orejas, el pelo o la cola puede no ser la mejor forma de relacionarse con él.

5. Las señales de alarma:

El protocolo hasta ahora descrito es válido para gatos de cualquier raza, sexo y edad, que no presenten un problema previo de comportamiento.

Algunas conductas mostradas por el gato pueden no ser compatibles con la convivencia con un niño. A continuación planteamos 3 preguntas sobre la conducta general del gato. Si en alguna de ellas la respuesta es afirmativa, las medidas de control deben extremarse.

¿Su gato bufa o se muestra de otro modo agresivo...

... cuando alguien de casa lo toca o lo levanta?

... cuando se le acerca un niño pequeño?

... cuando llegan visitas a casa?

Existen 2 reacciones que pueden indicar un estado de estrés en nuestro gato:

- Un incremento importante en la frecuencia de maullidos.- La aparición de marcaje con orina.

Si detectas alguno de estos signos como resultado de la llegada del bebé, por favor ponete en contacto con un veterinario.

RESUMEN: las 5 claves para una buena convivencia.

1. Realizar los preparativos con antelación.

2. Actuar con calma.

3. Presentar el niño al gato de forma gradual.

4. Supervisar a ambos en todo momento.

5. Conseguir que el gato relacione la presencia del niño con cosas positivas.

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